Un día a la tarde
en una determinada hora
el río estaba que arde
en una determinada hora
el río estaba que arde
pero de pronto vio una canoa.
Era su enamorada, se pusieron felices
y comieron perdices.
Era su enamorada, se pusieron felices
y comieron perdices.
Franco Malacalza
No hay comentarios:
Publicar un comentario